El hombre que soñaba demasiado comienza con un diario de infancia y se adentra, de pronto, por un jardín. Al fondo, una casa. Un guardián a la puerta y una mujer en el invernadero. Tiene frío. No es extraño. La acaban de desenterrar. Con ella, irrumpen recuerdos vividos o por vivir, sueños soñados o por soñar y personajes que existen o existieron. Esta insólita autobiografía es, a su vez, un libro de viajes y aventuras. Por sitios reales y sueños verdaderos. También, en cierta manera, podría ser una novela de amor desesperado. Por la belleza perdida, imposible de recuperar, y por las personas que pasaron y no volverán. Pero, sobre todo, se trata de una tenaz y romántica apuesta: pasearse por la vida redescubriéndola a cada paso como si naciéramos en cada instante.