Leído en noviembre, 2019.
hace 4 añosLa muerte es un acontecimiento de primer orden. Cuando la parca se lleva a un ser querido heredamos lo que quedó sin resolver, y el dolor, o la liberación, que acarrea el deceso se extiende en el tiempo hasta que el vivo asume no sólo la desaparición del otro, sino también parte de la suya propia en la medida en que estamos hechos de retazos de los demás. En esta novela autobiográfica Gabriela Ybarra trata de comprender su relación con la muerte y la familia a través del análisis de dos sucesos: el asesinato de su abuelo en 1977 a manos de ETA y el fallecimiento de su madre en 2011 por un cáncer. Así, la primera parte de El comensal es una reconstrucción libre (por tanto, no esconde la parte de ficción de toda memoria) del secuestro y posterior asesinato del empresario español Javier de Ybarra, quien también fue alcalde de Bilbao y presidente de la Diputación de Vizcaya durante el régimen franquista. Aunque esta muerte ha sacudido a todo el clan familiar (los padres de la protagonista tienen que abandonar el País Vasco y convivir con un escolta), no es hasta que la madre de la narradora enferma fatalmente que los duelos no hechos y las herencias políticas no asumidas (a veces por ignorancia) estallan. El comensal es una novela importante por dos cosas: la narración de un conflicto histórico desde un lugar personal procurando la huida del victimismo y el reconocimiento de la importancia que tiene el hacer visible la muerte para asumirla. Acostumbrados como estamos a que los procesos de deterioro y fin de la vida se escondan, la novela sorprenderá por lo que tiene de reconciliación con la enfermedad, que aquí es relatada con luminosidad y sin puritanismo ni autocompasión.
Leído en noviembre, 2019.
hace 4 añosMe ha parecido un libro tremendamente insípido y superficial para lo profundo que podía ser contando las historias que cuenta de primera mano. Además es bastante desalentador; me parece una muestra de la falta de aceptación de la realidad que impera en nuestra sociedad. No basta con narrar hechos, por muy tristes que estos sean; hay que aportar algo más. Al final, el libro se reduce a un aséptico conjunto de apuntes cuya única carga emocional se debe a lo desgarrador de las dos historias familiares que engarza.
hace 5 añosMe animé a leerla por una evaluación de una crítica literaria como excelente novela y necesaria. Ahora me parecen un poco exagerados los dos calificativos. La novela me ha gustado y me ha resultado entretenida pero me ha parecido un estilo demasiado sencillo, que puede ser fruto de que la novelista sea novel o bien de que sea una novelista sin más recursos.
hace 8 años