Continúan la infancia del pequeño Riad Sattouf en la Siria de Hafez el Asad. A primera vista el dibujo puede parecer tosco y no resalta por su detallismo, pero la realidad es que es un dibujo expresivo y que nos introduce muy bien en la historia. Sattouf —como ya hiciera en la primera entrega El árabe del futuro— utiliza de cierta exageración de los rasgos para caracterizar con más fuerza a muchos de sus protagonistas, y emplea la paleta de colores para delimitar bien la geografía de la historia: azul en Francia y rojo en Siria. El resultado es una narración que dibuja bien los distintos entornos en los que creció, conformando un fresco costumbrista muy convincente que se agradece especialmente para entender la cotidianidad de la dictadura en Siria. Sattouf no utiliza un punto de vista que enjuicie a sus personajes, sino que prefiere la mirada cándida de la infancia —a pesar de una manifiesta caricaturización lindante con el expresionismo de la familia paterna—, pero permite al lector mucho recorrido para analizar las actitudes y acciones de sus protagonistas, muy especialmente la de los padres: él ingenuo, idealista, pero algo sobrepasado, y ella anulada, relegada a la sombra en un inexplicable runrún que hace seguir a un marido a través de países que coartan ciertas libertades y donde reina el machismo. Es una obra todavía inacabada, y es de esperar que los personajes se sigan desarrollando en futuras entregas. Una lectura entretenida y que nos hace ser partícipes de la forma de vida en una dictadura árabe, siempre bajo la inocente mirada de un niño. (ARC, 11 de mayo de 2016)
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