Con El árabe del futuro es inevitable acordarse de Persépolis de Marjene Satrapi, una novela gráfica que tuvo la virtud de acercarnos, a través de la narración autobiográfica, la vida en Oriente Medio. Es en esta ocasión Riad Sattouf quien nos narra su infancia entre Europa, en la Libia de Gadafi y la Siria de Hafez el Asad. Al igual que ocurría con Persépolis, el dibujo a primera vista es tosco y no resalta por su detallismo, pero la realidad es que es un dibujo expresivo y que introduce muy bien en la historia. Sattouf, además, utiliza de cierta exageración de los rasgos para caracterizar con más fuerza a muchos de sus protagonistas, y emplea la paleta de colores para delimitar bien la geografía de la historia: azul en Francia, amarillo en Libia y rojo en Siria. El resultado es una narración que dibuja bien los distintos entornos en los que creció, conformando un fresco costumbrista muy convincente que se agradece especialmente para entender la cotidianidad de esas dictaduras árabes de Libia y Siria. Sattouf no utiliza un punto de vista que enjuicie a sus personajes, sino que prefiere la mirada cándida de la infancia —a pesar de una manifiesta caricaturización lindante con el expresionismo de la familia paterna—, pero permite al lector mucho recorrido para analizar las actitudes y acciones de sus protagonistas, muy especialmente la de los padres: él ingenuo, idealista, pero algo sobrepasado, y ella anulada, relegada a la sombra en un inexplicable runrún que hace seguir a un marido a través de países que coartan ciertas libertades y donde reina el machismo. No es, de todas maneras, una obra acabada, y es de esperar que los personajes se desarrollen en las próximas entregas que están por venir. Pero el resultado de esta primera parte augura muy buenos resultados, con una obra cuya potencialidad permite intuir que, una vez acabada, estaremos ante un hallazgo tan relevante como Persépolis. (Carlos Cruz, 26 de junio de 2015)
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