Hay libros que te impulsan a vivir, y este es uno de ellos. Se trata de una de esas novelas luminosas en las que se nos muestran las dos caras de la vida, la más amable y la más dura, a través de una anécdota real y muy curiosa de un año que duró dos segundos más de lo habitual. La autora nos sumerge en la narración con ese tono agridulce algo oscuro tan característico del escritor británico, que particularmente me encanta, y te deja sin aliento hasta el final del libro. No hay nada, ni una sola escena, que no desafíe nuestra imaginación, y los personajes se desenvuelven de tal modo que los amamos y los respetamos u odiamos como si se trataran de nuestros vecinos y compañeros en la vida real. Muy adecuada para paladares exquisitos acostumbrados a las buenas narraciones y a las tramas sorprendentes. (Elsa Veiga, 9 de marzo de 2015)
hace 9 años