En cenas familiares y anchos domingos sórdidos, en aulas medio llenas donde mi voz no es mía, en la consulta del doctor sonriente que firma unas recetas, sobre el cuerpo desnudo en el que me demoro para salir de mi transformado en temblor, en los ojos de un niño en los que nado hacia una costa ilusa donde el tiempo es mentira (...).