Mishra ironiza sin piedad a costa de los que considera culpables del constante deterioro de la sociedad india, pero también nos describe con melancólica ternura su fugaz encuentro en Kerala con un visitador médico y su conversación sobre Thomas Mann en un café al abrigo de la lluvia, o la idílica imagen de los nómadas gaddis que siguen su invariable rutina de trasladar los rebaños de los valles a las montañas. La agresiva ostentación de la ignorancia y el mal gusto de los nuevos ricos indios, con su fraudulenta imitación de los peores modelos de consumismo occidentales, en contraposición a formas de vida ancestrales que conservan pautas culturales autóctonas.