fácil lectura. Entretenida
hace 10 añosSeptiembre, en el año del Señor de 1718. De pie, al filo de los acantilados, veo cómo el mar turquesa resbala suave sobre las rocas. Termina de amanecer tras una noche agitada. La brisa me acaricia y me despeja el alma. Inspiro hondo. Otra vez debo partir. Levanto la mirada e imagino en el cielo azul la cometa hecha con una camisa vieja, volando alto, bailando con el viento. Los dedos regordetes de unos niños sujetan su extremo mientras corren sobre la hierba, chillando como acostumbran, deseosos porque suba más y más, pero temerosos de perderla. Una joven vestida de blanco los cuida. Canta una melodía, “Mujeres de Irlanda”, aunque para mí será ya “Mujer de Getxo”, por siempre: Hay una mujer en Getxo que me daría abrigo y me llenaría de cerveza… Esta podría ser la historia de Edmundo O´Shea, un irlandés que se vio obligado a abandonar su hogar y desembarcar en tierras vascas, donde descubrirá que una nueva vida le espera y donde, aún hoy, permanece su legado: el molino de Aixerrota.
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hace 10 años