En esta segunda entrega de la Agencia Lockwood, nuestros jóvenes agentes tendrán que enfrentarse a nuevos casos paranormales y superar todos los obstáculos que se les interpongan, tanto físicos como psicológicos, demostrando así, una vez más, un proceso de madurez y adaptación muy por encima de lo normal. Tal como indica el subtítulo, «el espejo perdido» será uno de estos misterios a resolver, pues es un objeto muy peligroso que ha desaparecido y anda suelto por Londres... Y es que todo aquel que se ha visto reflejado en él ha muerto. Con una increíble dosis de acción y con una gran habilidad de descripción en la que, en ocasiones, puede recordar a la archiconocida serie Harry Potter, Jonathan Stroud consigue superarse en esta segunda parte con la aparición de un nuevo personaje que ya apuntaba maneras al final del primer libro: el tarro de la calavera, un nuevo tipo de fantasma que hasta la fecha parecía sacado de las leyendas, un Tipo Tres. El humor, el sarcasmo y los peligros de fiarse de un espíritu están servidos. Aunque pueda parecer que es un elemento recurrente del autor (recordemos a Bartimeo) en este caso no es un cliché, ni una reminiscencia; tiene personalidad propia y no una copia de su anterior éxito. Y su presencia se agradece mucho. Así que... atrévete a visitar un Londres asolado por el Problema y a visitar cementerios a altas horas de la noche. Acompaña a nuestros tres agentes en sus aventuras y vive sus temores, sus dudas y sus alegrías en una trepidante investigación a contrarreloj por la seguridad de la ciudad (y por una apuesta). Seguro que lo pasarás de miedo. (Raquel Ramos, 9 de julio de 2015)
hace 9 años