«La poesía de Elvira Sastre sabe lo que quiere —algo no tan sencillo en un género que a veces se hipnotiza a sí mismo— y también sabe cómo lograrlo. Si cala hondo en el lector es porque no se conforma con la superficie, con el destello, y por eso cada uno de sus libros tiene más de opinión, de protesta civil, de doble toma de postura a favor de lo bello y contra lo injusto».
Benjamín Prado
«Elvira Sastre es poeta, y el oficio de los poetas supone un esfuerzo por entender la vida. En sus primeras versiones, este libro trabajado se iba a titular La razón de los lamentos. No escribe aquí sobre los lamentos de la razón, las quejas de la luz por la existencia del mal y de las sombras. Escribe sobre la razón de los lamentos, sobre las huellas de la vida que necesitamos entender para tomar conciencia de lo que somos y de lo que ya no somos. Es la necesidad de decir, de decirse, de contarlo, de permanecer en una voz. Pero también el deseo de escuchar la nieve o el mar, la manera de habitar en dos orillas, de meditar el dolor y el amor, las heridas que no se ven y aquello que nos hace felices sin que sepamos nombrarlo. Una poesía hecha de insistencia, una poeta que quiere llegar hasta los huesos, como nos enseñó César Vallejo. Una lucidez que no oculta la razón de los lamentos, pero que enumera e insiste en una voluntaria fe de vida. Por eso este libro se acabó titulando Adiós al frío».
Luis García Montero