Simplemente terrible, un libro que podría dar tanto de sí con los once años de profesión periodística de Utrilla como corresponsal en Moscú, más que suficientes éstos para un bombardeo masivo de anécdotas y personajes sobre un país tan conocido en lo superficial y a la vez desconocido en lo profundo para Occidente como es Rusia, termina siendo un batiburrillo infumable que mezcla fútbol hasta el sopor (a la mínima que puede el autor nos cuela su cansina pasión por el Real Madrid) o vivencias autobiográficas del propio Utrilla que en contadas ocasiones despertarán algo de interés en el lector. Ciertamente hay un porcentaje muy bajo del libro realmente interesante, y ése es precisamente el que se centra enteramente a Rusia despejando todo el relleno prescindible, amén de un estilo a la hora de escribir del autor que puede llegar a desesperar.
hace 9 años