Con un tono a la vez escéptico y esperanzador, Santiago Craig describe las emociones que carga cada una de estas historias de enamoramientos. Nos impele a ser nosotros mismos, a ocuparnos de la despreocupación, a atender nuestro ocio, a agendar un tiempo para perdernos, a mirar fijo y atentos lo que se desvanece. El libro promueve, en estas 27 maneras, un sometimiento ambiguo: admitir la fatalidad de estar enamorados siempre. Como perros de compañía o plantas florecientes, como astronautas varados en el espacio, como mujeres y hombres que esperan. No lo niegue, no discuta ni se queje, no reclame. Sólo déjese llevar de viaje por las páginas de este manual impracticable colmado de apacibles imperativos.