La quema de libros por los nazis, de la que mañana se cumplen 80 años, se ha convertido en un símbolo de la persecución cultural y es recordada en Alemania como un acto de barbarie que presagiaba los hornos crematorios del Tercer Reich.
«Donde se queman libros se terminan quemando también personas», es la frase del poeta Heinrich Heine que siempre se repite para recordar los acontecimientos del 10 de mayo de 1933, cuando universitarios quemaron en Berlín y en otras ciudades del país libros de espíritu «no germánico».