«Los peces no cierran los ojos» una novela autobiográfica de Erri de Luca

El escritor napolitano Erri de Luca quiso cambiar el mundo. Fue obrero en la Fiat, albañil y camionero y vivió todas las revoluciones hasta que publicó su primera novela en 1989. Ahora, considerado uno de los mejores autores italianos, publica «Los peces no cierran los ojos«, una novela autobiográfica.

Alto, delgado y con un mirada azul cristalina alimentada por un aire de bondad, el que fuera en su día creador del movimiento de extrema izquierda «Lotta Continua», y que ahora divide su vida entre la escritura, el amor a Nápoles, la traducción de la Biblia y el alpinismo, explica Efe que la palabra revolución «está caduca».

«El siglo pasado, que fue muy convulso -argumenta-, la Historia con mayúsculas ejerció una tensión terrible sobre las historias personales, con pueblos arrasados, emigración y familias separadas. Pero tuvo tanta fuerza y empuje, que creo que la Primavera árabe surge todavía como eco del siglo pasado, aunque la palabra revolución hoy es un término caduco», añade.

Y es que, en opinión del autor de «Aquí no, ahora no», «Tu, mío» o «El peso de la mariposa», nacido en Nápoles en 1950, ahora no hay frentes opuestos.

«Antes el mundo era como una esfera con dos caras, y una cara quería quedar enfrente de la otra. Ahora, estos dos frentes se han desplazado y se han convertido en muchos frentes abiertos al mismo tiempo, en los que cada uno reivindica su pedazo», dice de Luca.

«Son como manchas diferentes que no están relacionadas unas con otras, no hay unidad», sostiene este escritor, que asegura que él ahora es un mero espectador de la política, «un comentarista, nada más».

Pero «el obrero escritor», como le han llamado algunos, recuerda todo esta segunda mitad del convulso siglo XX en su nuevo libro «Los peces no cierran los ojos», publicado por Seix Barral. Los sonidos de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, el mayo del 68, las guerras en África y hasta Bosnia tienen hueco en esta pequeña novela, en la que de Luca rememora su infancia.

En ella, un niño pasa el verano con su madre y su hermana en la playa mientras su padre se ha ido a Estados Unidos en busca de un mundo mejor para su familia, aunque este hombre cuya madre es norteamericana regrese al final a Nápoles, renunciando a un futuro prometedor pero incierto.

Así, Erri de Luca, nombrado escritor de la década por el diario «Corriere della Sera» y galardonado con premios como «France Culture», «Laure Bataillon» o «Petrarca», tira del hilo de la memoria para rescatar el cruel, por duro, paso de la infancia a la juventud, el primer amor, el cine en blanco y negro, el mar, los ratos de pesca, o la maldad e inquina de los chicos al ver que él era algo tímido y diferente, un niño bueno metido en su mundo y siempre con un libro en la mano.

Todo eso, con el friso del recuerdo de los bombardeos de Nápoles durante la guerra, encarnados en su madre, o los bombardeos de la OTAN en Belgrado.

«La memoria es como una piedra que está en medio de una corriente -recalca el autor-, y a veces las piedras están cerca entre sí y es fácil reconstruir el pasado; otras veces no, y tienes que rellenar los huecos con la imaginación. Pero yo no soy el propietario de mi memoria que voy a consultarla como si fuera un diccionario. Es ella la que ha venido a mí, y este es el resultado», añade.

De Luca reconstruye un mundo ya perdido, pero quiere dejar claro que, mientras escribe, ese mundo sigue vivo. «Además, la nostalgia es un sentimiento que no va conmigo. No me gustan los viejos que se quejan del paso del tiempo o critican la modernidad», matiza.

El escritor publica ahora en España esta novela, pero en Italia, en abril, saldrá su último trabajo. «No paro de escribir -dice-. Tengo todo el día ocupado, no tengo mujer, ni hijos ni perro. Así que tengo todo el tiempo para la escritura, añade.

Antes de cerrar la entrevista, el escritor tiene palabras para el movimiento del 15-M: «Es un movimiento de naturaleza democrática, busca el diálogo y ser escuchado, y por eso precisamente, por esa naturaleza suya, nunca conseguirá nada. No tienen posibilidad, pero son necesarios y muy buenos para la salud», concluye.

Madrid, 14 mar (Carmen Sigüenza / EFE)

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