«Las horas oscuras» ubica la pervivencia de los clásicos en la Irlanda celta

El escritor alicantino Juan Francisco Ferrándiz reivindica la cultura celta en su libro «Las horas oscuras«, una novela histórica en la que, según ha dicho, quería «dar una explicación a la pervivencia de los textos clásicos que han llegado hasta nuestros días».

En una entrevista concedida a Efe, Ferrándiz señala que la novela surgió de dos hilos que se fueron hilvanando poco a poco: «La sensación que me producía pensar en cómo habían sobrevivido libros clásicos que había en mi biblioteca, obras de Plutarco, Cicerón o Séneca, y la atracción que tenía hacia el mundo celta».

De la combinación de ambos mundos y de una larga investigación documental surgió «la aventura de unos monjes que luchan por conservar el conocimiento clásico que está desapareciendo a marchas forzadas, y su convivencia con un mundo de druidas en los albores del año 1000 que también está en decadencia».

«Las horas oscuras» (Grijalbo) se sitúa unos años antes del año 1000, cuando el abad Brian de Liébana y los monjes del monasterio de San Columbano, situado en el agreste y mágico paisaje del oeste irlandés, se enfrentan al poder terrenal del rey Cormac y al misterioso poder de las fuerzas del mal que encarna el «strigoi» (seres vampíricos) Vlad Radú.

En ese mundo de monjes, habitualmente masculino en el continente, el autor sitúa una coprotagonista, Dana, descendiente de druidas, que juega un papel fundamental en el desenlace final de Brian y del monasterio.

«Buscaba una novela de aventuras y misterio en la que el lector quedara atrapado por esos dos mundos, que pudiera vivir sensaciones, sus anhelos, sus esperanzas, sus temores», comenta Ferrándiz, que partió de los personajes de Brian y Dana para después dibujar su ‘némesis’, Vlad Radú y, a continuación, «como en las espirales célticas» el resto de compañeros monásticos y los druidas.

Situar la novela en Irlanda, aparte de un paisaje tan peculiar, permitía introducir, según el autor, elementos ajenos a la Iglesia cristiana romana: «La iglesia de Iona era diferente de la romana, pues permitía comunidades monásticas mixtas, incluso regentadas por una mujer, y aceptaba el matrimonio de los monjes».

Además, en Irlanda en aquella época se desarrolló una ‘industria’ de copistas y recopilaciones, por lo que «era un buen lugar para ubicar una biblioteca».

Ferrándiz, que ejerce la abogacía en Valencia y roba al sueño las horas para escribir, confiesa que sus referentes son Umberto Eco, «un maestro y un pionero en el saber engarzar la historia con la intriga»; Ken Follet, «por su tratamiento de los personajes», así como el también abogado Ildefonso Falcones, autor de «La Catedral del Mar».

Matiza el autor de Cocentaina (Alicante) que, lejos de someter a sus personajes al rigor histórico de Eco, prefirió que Brian y el resto de monjes benedictinos fueran más libres, expusieran sus anhelos y esperanzas de una manera menos encorsetada a los condicionamientos del momento, como hace Follet.

Ferrándiz deja abierta la posibilidad de continuar con los mismos personajes en una saga, pero todo dependerá del éxito de la novela.

La trama de «Las horas oscuras» tiene, según su autor, una base histórica, pues el Espíritu de Casiodoro es «una invención a partir del personaje de Casiodoro, que en el siglo V fundó Vivarium, cuya función era, entre otras, la copia y corrección de libros, un monasterio que fue arrasado.

Dublín, 30 may (Jose Oliva / EFE)

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