En los últimos años hemos perdido a grandes nombres del panorama literario internacional. El año pasado, sin ir más lejos, despedimos al mil veces traducido Gabriel García Márquez, pero si recordáis, en 1983 también nos dejó una auténtica dama de las letras catalanas: la gran Mercè Rodoreda. Hoy nos gustaría recordarla hablando de su obra maestra, La Plaza del Diamante, un libro que el propio García Márquez definiría como “(…) la más bella novela que se ha escrito en España después de la Guerra Civil.”
Esperamos que a vosotros, os parezca interesante el pequeño homenaje que nuestros amigos de traducción técnica han querido rendir a una de las obras imprescindibles de la literatura en catalán.
Traducida a más de 40 idiomas diferentes y con una veintena de ediciones a sus espaldas, La Plaza del Diamante se ha posicionado como la novela escrita en catalán más importante del siglo XX y su autora Mercè Rodoreda, como la escritora catalana más conocida del mundo.
Traducida casi simultáneamente al español, la obra de Rodoreda no siempre recibió halagos y aplausos. Durante varios años los críticos catalanes dejaron de lado la que sería la obra maestra de sus letras, una actitud que se mantuvo a pesar de las excelentes críticas internacionales que iba cosechando gracias a las sucesivas traducciones. Y es que leer “La plaça del Diamant” en su versión original es un placer, pero gracias a la labor de las diferentes agencias de traducción los lectores de todos los países podemos disfrutar de esta obra maestra de la literatura universal en nuestra lengua materna, sea español, inglés, francés, alemán, italiano, portugués o japonés.
La obra se sitúa en Barcelona, en el popular barrio de Gracia durante los años de la guerra y la posguerra de la contienda civil española del 36. La protagonista es Natalia “la colometa”, la “palomita”, una joven a través de la que vivimos no solo las vicisitudes de una época de conflictos, sino el día a día cotidiano de una mujer común que vive sometida al convencionalismo y al machismo imperante de esos años desgraciados.
La primera pista que nos ofrece su autora sobre el carácter de su personaje principal es el sobrenombre con el que la bautiza su marido y maltratador, el Quimet. Natalia deja de ser Natalia para llamarse, simplemente, colometa, una vulgar palomita de las muchas que revolotean por la plaza del diamante barcelonesa, un animal vagabundo al que hay que alimentar y, cómo no, espantar cuando nos molesta su revoloteo. La vida de Natalia la colometa es como la de muchas otras mujeres de su época. Sometida desde su nacimiento a las tradiciones familiares, coartada por el qué dirán los visillos entreabiertos, mal casada con el guapo de la taberna, madre sufridora de dos niños egoístas y, finalmente, sola y desesperada gracias a la maldita guerra civil.
La acción comienza en plena República, en una Barcelona pletórica por los aires de libertad que se empiezan a respirar. Pero la ilusión dura bien poco, en unos meses esa idílica – y falsa – estampa de igualdad entre sexos, cultura y pan para el pueblo se desvanece por los tiros de gracia del ejército franquista. Quimet, como buen republicano catalán, se desvanece en el frente dejando a su palomita sola frente al terror, bueno, sola no, sino con dos chiquillos que tienen la pésima costumbre de querer comer todos los días. Solo la fuerza interior, la fiereza de esta falsa paloma conseguirá salvar a la familia del desastre. Como hizo su creadora Mercè Rodoreda, Natalia no admite esa vida que le ha tocado vivir y lucha con uñas y dientes. En un momento dado vemos que casi tira la toalla – recordemos la escena en la que está a punto de acabar con la vida de sus hijos- pero saca fuerzas de flaqueza y pelea, se revuelve, piensa, valora, sopesa, vende su alma y su cuerpo para, al final, alzarse con el que sería su gran triunfo: sobrevivir.
A través de la evolución de “la colometa”, Mercè Rodoreda nos muestra no solo una etapa histórica clave en nuestro país, sino el sentir de miles de mujeres que vieron sus sueños frustrados por culpa de una sociedad hipócrita, egoísta y muy, demasiado, machista.
«Lo que a mí me pasaba es que no sabía muy bien por qué estaba en el mundo.» Una frase lapidaria que Mercè Rodoreda coloca en los labios de “la colometa” y que resume muy bien la esencia de la gran obra maestra que es La plaça del Diamant.
Entrada realizada para Quelibroleo por Okodia Grupo Traductor (Barcelona, 23 sept.)
1 opinión en “La plaça del Diamant (La Plaza del Diamante, 1962)”