Antonio Mercero viaja hacia la vida adulta en su primera novela, ‘La cuarta muerte’

Antonio Mercero viaja hacia la vida adulta en su primera novela, La cuarta muerte (Espasa), un relato sobre la adolescencia, las primeras decepciones de la vida y cómo aprender a convivir con ellas. El autor, hijo del famoso cineasta, de quien heredó el nombre y el amor por el cine, debuta en la literatura después de haber dedicado gran parte de su vida a la profesión de guionista.

Esta historia está contada en primera persona por un joven que está a punto de cumplir 18 años, Leo, quien experimenta cuatro muertes: la que le aparta del amor de su vida; aquella que le muestra la cara oculta de su madre; la que le enseña lo injusto que es el mundo y, por último, la más decisiva.

Según ha explicado Mercero, en declaraciones a Europa Press, Leo es un chico «hipersensible a las injusticias de la vida, a la infelicidad ajena y a la incapacidad de las personas para ser feliz, a las decisiones que la gente toma como si no hubiera otras posibilidades y a los mecanismos habituales de la sociedad».

También es una persona «tierna, que quiere estar rodeada de amor y de afecto, solo que se siente incomprendido y solo, como les pasa a los adolescentes tantas y tantas veces», y también «desafiante, inconformista y con deseo de vida», cuenta Mercero.

De la misma que manera que J.D. Salinger recurrió a un adolescente en su famosa novela El guardián entre el centeno, Mercero se sumerge en esta periodo, «una de las fases de cambio más importantes» y un momento «muy literario y novelable».

«Es una etapa en la que te das cuenta de que tienes que tomar tú las riendas de tu vida, tus responsabilidades, y eso da vértigo y miedo. Me encanta contar eso, tengo hijas adolescentes que están a punto de pasar esa línea y me interesa mucho», confiesa el autor.

Mercero (Madrid, 1969), al igual que el protagonista de Cuatro muertes, también tuvo que luchar contra la sombra que ejercía su padre, a quien dedica esta novela. Según cuenta él mismo, le interesa el momento en el que un hijo «descubre» que su padre «no es Dios ni un héroe».

Para el guionista, el instante en el que se desenmascara la figura paterna «es el punto de inflexión hacia la vida adulta, porque pierdes la principal referencia y tienes que buscar las tuyas».

«SONREÍR SIEMPRE FUE UNA OBLIGACIÓN PARA ÉL»

A pesar de esa cercanía, Mercero afirma que se trata de una historia de ficción y, aunque se puede sentir identificado con algunos capítulos, comenta que a sus padres solo les puede «reprochar» que le hayan dado «una infancia y una adolescencia muy felices».

Según recuerda Mercero, sus comienzos en la televisión fueron junto a su padre en la serie Farmacia de guardia. «Eran guiones duros y exigentes, aunque el mecanismo de trabajo era muy flexible», recuerda. Su progenitor siempre lo animó a trabajar en el cine e intentó que no ejerciese el periodismo, profesión en la que se licenció.

Aunque afirma que no le gusta hablar de su padre en pasado, lo describe como alguien para quien estar de buen humor «siempre fue una obligación». Ahora, ha decidido comenzar un camino que él nunca se atrevió a tomar y ya prepara su segunda novela, en la que hablará sobre la «mediocridad».

MADRID, 7 May. (EUROPA PRESS)

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