Una defensa de la literatura y un vino español en el banquete de los Nobel

Una defensa de la literatura y un vino español en el banquete de los Nobel

El Nobel de Literatura Mo Yan defendió hoy la importancia de la literatura, sin la que la vida es «áspera y brutal», durante el discurso que pronunció en el banquete de los Premios Nobel, uno de cuyos secretos del menú era un vino dulce español.

El banquete se celebró en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo, al que la familia real, los laureados y los invitados de honor accedieron en un solemne desfile bajando la gran escalinata.

La entrada del rey Carlos Gustavo, precedida solo por el maestro de ceremonias y dos mujeres miembros del séquito, y la del resto de invitados estuvo acompañada por las fanfarrias de dos trompetas y la música del órgano del Ayuntamiento, a cargo de Mattias Wagner.

Carlos XVI Gustavo de Suecia acompañaba del brazo a la socióloga Claudine Haroche, esposa de Serge Haroche, uno de los galardonados con el Nobel de Física, mientras la reina Silvia bajó la escalinata junto al presidente de la Fundación Nobel, Marcos Storch.

Durante la ceremonia de entrega de los Nobel, los laureados dan las gracias con solo tres reverencias, por lo que es después de la cena cuando, uno por categoría, puede hacer un breve discurso.

Mo Yan se dijo consciente de que «la literatura solo tiene una influencia mínima en las disputas políticas o en las crisis económicas en el mundo» y que cuando ésta existe «quizás no nos damos cuenta de lo importante que es, pero cuando no existe nuestra vida se convierte en áspera y brutal».

El escritor se describió como un «cuentacuentos» y como «un chico de granja» de la lejana China a quien recibir el Nobel de Literatura le parece como «un cuento de hadas aunque, por su puesto es real».

Mo Yan, cuyo galardón ha sido criticado, entre otros por disidente chinos, al considerarle un intelectual del régimen, mostró su «admiración» por los miembros de la Academia Suiza, «que se mantienen firmes en sus convicciones. Estoy seguro de que no dejaréis que os afecte otra cosa que no sea la literatura», indicó.

El nobel de Física Serge Haroche recordó que la física cuántica ha cambiado nuestras vidas con aparatos como el láser o el GPS, mientras Robert Lefkowitz premiado en Química criticó las «perniciosas tendencias anticientíficas» de aquellos que se niegan a aceptar la teoría de la evolución o la existencia del calentamiento global.

Alvin Roth, laureado en Economía, pidió a los presentes recordar una de las lecciones fundamentales de la economía, que «los logros son tanto sociales como individuales».

El banquete comenzó tras un brindis propuesto por el rey en honor de Alfred Nobel, científico, inventor, empresario, autor y pacifista que destinó la mayor parte de su herencia a la puesta creación de estos premios y que falleció tal día como hoy.

A la cena asistieron además de los monarcas, la princesa heredera Victoria, que lució un espectacular vestido verde esmeralda, con joyas a juego y diadema, junto a su marido, el príncipe Daniel, así como los príncipes Carlos Felipe y Madeleine, que vestía de gris perla.

El banquete de los Nobel, más restringido que la ceremonia de entrega de los galardones, tuvo cabida para 1.200 comensales, que se deleitaron con un vino dulce español con denominación de origen de Málaga, el Jorge Ordóñez & Co número 2 Victoria 2010.

El menú estuvo compuesto de «Trucha alpina acompañada de terrina de coliflor, huevas de albur de Kalix y mayonesa al eneldo»; «Faisán con rebozuelos relleno de pera pochada, verduras invernales y puré de patas ‘Almond’, en salsa de vino tinto» y como postre «Trilogía de cerezas con mascarpone al pistacho y sorbete de cerezas negras».

La lista de vinos la completaba un Champagne Joseph Perrier Cuvée Royale, Brut Blanc de Blancs, y un Château Valandraud 3 de Valandraud 2009.

El Salón Azul estaba elegantemente decorado con flores y hojas en tonos verdes, blanco, azul y violeta, mientras que la mesa de honor, donde se sentó la familia real y los premiados, además de personalidades culturales y política de la vida Sueca, embajadores y otros representantes internacionales, lució orquídeas y lilas.

Entre plato y plato, los asistentes a la cena pudieron disfrutar de pequeños divertimentos, a cargo del Cirkus Cirkör bajo al dirección de Tilde Björfors, que incluyeron trapecistas, acróbatas y músicos.

Estocolmo, 10 dic (Carmen Rodríguez / EFE)

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