Síndromes Literarios. 19 personajes de ficción en el diván

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La lectura es una actividad que aporta muchos beneficios: nos relaja, nos permite evadirnos, nos educa y enseña, nos permite viajar, vivir otras vidas,  y, por supuesto, nos proporciona un enorme placer; pero el mal uso o el abuso pueden resultar peligrosos, nocivos para nuestra salud mental. Una muestra de ello son los numerosos personajes que protagonizan obras literarias clásicas (infantiles y para adultos) que han dado nombre a síndromes psicológicos o complejos de personalidad. A continuación os mostramos algunos de ellos.

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  1. Síndrome de Ana Karenina. Anna Karenina era una mujer de la alta sociedad que disfrutaba de una vida tranquila y sin grandes problemas junto a su marido y su hijo hasta que se enamoró de un militar por el que lo abandonó todo hasta terminar lanzándose a las vías del tren. Los diagnosticados con esta patología presentan una obsesión enfermiza y destructiva hacia otra persona.

Ana Karenina, Leon Tolstoi. En 1877, ocho años después de la publicación de Guerra y paz, Tolstói puso punto final a su novela Anna Karenina, una de las obras más grandes de la historia de la literatura. Su trama, inspirada en algunos incidentes reales y marcada por las preocupaciones éticas generadas por la crisis espiritual que atravesaba el autor, acaba centrándose en el adulterio de la protagonista, una de las tres historias conyugales que se entrelazan en la obra. Reducir sin embargo esta magnífica novela a tal anécdota, por importante que sea en ella, es no hacer justicia a unas páginas en las que late de forma verídica casi el entero registro de las pulsiones y pasiones humanas comunes a todos.

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  1. Síndrome de Madame Bovary. El bovarismo es un estado de insatisfacción crónica en el plano afectivo y social que se debe al contrastar las ilusiones que uno se crea con la realidad que le rodea.

Madame Bovary, Gustave Flaubert. Un simple drama local sirvió a Flaubert para iniciar un trabajo de creación «sobre nada», que tuvo por fruto una de las novelas capitales de la literatura: con esa nada, Flaubert construyó no sólo un personaje, sino un modelo de mujer que resume los dramas íntimos de muchas mujeres educadas en sentimientos heredados del romanticismo. Emma Bovary, esposa de un médico rural, y enamorada del amor, servirá al novelista para trazar un tipo femenino permanente en el tiempo, utilizando un realismo minucioso que refleja la verdad y afirma la voluntad de perseguir la belleza, en un ambiente de mediocridad humana en el que la ley social del dinero impone sus coacciones, para terminar llevando a Emma a un destino fatal. Esta edición se enriquece con tres fragmentos hasta ahora inéditos sacados de los manuscritos, en los que se discuten temas capitales para entender intrínsecamente al personaje, como la propuesta de Homais de que debería prohibirse la lectura a las mujeres, vieja idea medieval que viene arrastrándose de siglo en siglo.

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  1. Síndrome de Huckleberry Finn. Huck era el inseparable amigo de Tom Sawyer que llegó a protagonizar un libro que narraba sus aventuras. Pasó a ser un personaje secundario a protagonizar un libro y además da nombre a un síndrome psicológico caracterizado por la incapacidad de tomar decisiones y la negativa a asumir cualquier responsabilidad y en la edad adulta que está relacionado con la baja autoestima y el rechazo a la autoridad paterna, recordemos que el padre de Huck era un alcohólico que le maltrataba a él a su madre.

Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain, texto y Pau Auladell, ilustraciones. Considerada una de las primeras grandes novelas estadounidenses, quizá presente una visión más oscura y desencantada que Las aventuras de Tom Sawyer (novela con la que comparte personajes pero intercambia protagonistas), porque en ella se visibilizan más descarnadamente temas como el maltrato infantil o la esclavitud; pero no es menos cierto que la trama está llena a rebosar de picaresca y de ese sentido del humor que tan bien dominaba Mark Twain. Así, Huckleberry, pese a los denodados intentos de la viuda Douglas por «civilizarlo», sigue siendo ese canalla entrañable y asilvestrado. Obligado a escapar de las palizas de su padre alcohólico, el camino de Huck se cruzará con el de Jim, un esclavo negro que se ha fugado al enterarse de que quieren venderlo. En ese camino de huida, ambos trabarán una sincera amistad, llena de lealtad y admiración mutua. La aparición final de Tom Sawyer, con sus estrambóticos planes de siempre, pone la guinda al pastel. Canto a la amistad, la libertad, los sueños y el idealismo, Las aventuras de Huckleberry Finn es una obra inmortal, una lectura inolvidable. Las soberbias ilustraciones de Pablo Auladell multiplican el placer de revisitar o descubrir este clásico.

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  1. Síndrome de Alicia. La niña que persiguiendo a un conejo viajó hasta otro mundo desconocido podía cambiar de tamaño tras beber de un frasco o comer un pastel y luego conseguía volver a su estado original, cosa que no ocurre con los aquejados del síndrome que lleva su nombre. Las personas que padecen este trastorno ven alterada la forma, el tamaño e inclusión la ubicación espacial de los objetos y también se sienten más grandes o pequeños de lo que son en realidad.

Alicia en el País de las Maravillas. Escrito en 1865, es un clásico no sólo de la literatura juvenil, sino de la literatura en general. Popularizado por las decenas de versiones que de él se han llevado a cabo, el relato que el reverendo Charles Dodgson, verdadero nombre de LEWIS CARROLL, escribiera para la niña Alicia Liddell, de diez años, es un delicioso entramado de situaciones verosímiles y absurdas, metamorfosis insólitas de seres y ambientes, juegos con el lenguaje y con la lógica y asociaciones oníricas que hacen de él un libro inolvidable. La segunda parte lleva por título A través del espejo y lo que Alicia encontró allí.

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  1. Síndrome de Pollyanna. En el año 1913 Eleanor H. Porter creó a una heroína de la literatura juvenil norteamericana que, aunque de origen muy humilde y huérfana, se mostraba siempre amable, optimista e idealizaba todas las situaciones en exceso, por catastróficas que estas fueran.

Pollyanna  Eleanor H. Porter. Parlanchina e idealista, ahora que la joven Pollyanna Whittier se ha quedado huérfana, deberá mudarse a una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra para vivir con su severa tía Polly. Pero incluso la naturaleza arisca de su tía no es inconveniente alguno para la optimista Pollyanna. Su filosofía se resume en lo que ella llama «el juego de la alegría», una actitud optimista que aprendió de su padre, que le enseñó a mirar y apreciar el lado bueno de las cosas a pesar de los obstáculos que depara la vida. Así, si uno lo piensa durante el tiempo suficiente, siempre puede encontrar algo por lo que alegrarse en todas las circunstancias que te rodean, hasta en las más insospechadas. Los vecinos del lugar no tardarán en comprobar que Pollyanna tiene un gran corazón. ¿Quién si no podría hacer desaparecer el permanente enfado del señor Pendleton, un hombre sombrío y tacaño? ¿O convencer a la quejumbrosa e infeliz señora Snow de que disfrute de las cosas tal y como llegan? ¿O ayudar al doctor Chilton a redescubrir la alegría de ayudar a los demás? Todos encontrarán un nuevo sentido a sus vidas, y ello gracias a una niña alegre y valiente. Pero, ¿podrá Pollyanna ver el lado positivo de las cosas cuando deba hacer frente a su mayor reto? ¿Lograrán las personas cuya existencia iluminó que ella sea feliz de nuevo?

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  1. Síndrome de Rapunzel. La protagonista del cuento de los hermanos Grimm vivía encerrada en una alta torre a la que solamente se podía acceder trepando por su largo cabello. Este trastorno se da en niñas y mujeres jóvenes que sufren de tricofagia o de ingesta de cabello de forma compulsiva y que provoca la formación de una bola en el intestino que puede resultar mortal.

Todos los cuentos de los hermanos Grimm, Jacob y Wilhem Grimm. Recopilación de todos los cuentos de los hermanos Grimm. Reflejo de una época de cambios trascendentales en la ideología europea.

 

  1. Síndrome de Otelo. O celos patológicos donde la obsesión por la posible infidelidad de la pareja traspasa toda lógica y evidencia de lo contrario. En la ficción, Otelo mató a su mujer Desdémona porque estaba convencido que le era infiel, cosa que no sucedía en realidad.

Otelo, William Shakespeare. La historia original del moro de Venecia, de Gianbattista Giraldi Cinthio (1565), sirvió a William Shakespeare para crear Otelo, la única de sus «grandes tragedias» basada en una obra de ficción. Contraviniendo la imagen isabelina del «moro», Shakespeare invierte los papeles de los protagonistas y otorga al moro Otelo el carácter de hombre noble y aristocrático, mientras que reserva para el italiano Yago la perversidad y la hipocresía, desarrollando en él uno de los estudios más profundos del mal. Otelo se presenta como la tragedia de la incomprensión, en la que luchan el amor puro, la pasión, el orgullo, los celos, la venganza…, y en la que al final, el protagonista, como un auténtico héroe trágico, consciente de su degradación y de su pérdida, escribe su propio epitafio, con la angustia del héroe destrozado.

  1. Síndrome de Peter Pan. El niño que habitaba el País de Nunca Jamás y se pasaba el tiempo jugando se negó a crecer. Este síndrome se presenta en personas inmaduras que se resiste a crecer y a les que les gustaría disfrutar sin afrontar responsabilidades como el trabajo, los estudios y la vida en pareja.
  1. Síndrome de Wendy. La niña que contaba cuentos a Peter Pan y a los niños perdidos y que no pudo evitar crecer, a pesar de las súplicas de Peter Pan, era protectora y maternal en exceso y por eso este síndrome se caracteriza por una obsesión de satisfacer a los otros por miedo al rechazo y al abandono.

Peter Pan. La obra completa, Matthew Barrie. Peter invita a la niña Wendy Darling al País de Nunca Jamás para que sea la madre de su pandilla de “los niños perdidos”. Sus hermanos John y Michael también la acompañan en su mágica aventura. A lo largo de la historia se presentan diversas y numerosas anécdotas fabulosas, entre ellas cuando el hada Campanilla casi muere al ingerir un veneno, y una confrontación con el enemigo directo de Peter, el pirata Capitán Garfio. Al final, Wendy decide que su verdadero espacio para vivir se encuentra en su hogar al lado de sus padres y por ello lleva a sus hermanos de regreso a Londres, mientras que Peter Pan se queda en Nunca Jamás, prometiendo a su compañera de juegos volver repetidamente a visitarla.

  1. Síndrome de Pickwick. Charles Dickens creó a un niño gordo y narcoléptico llamado Joe Pickwick y las personas que los sufren presentan problemas de respiración, obesidad mórbida y dolores de cabeza.

Los papeles póstumos del club Pickwick, Charles Dickens. Publicada por entregas a partir de 1836, esta obra hizo las delicias de los lectores de la Inglaterra victoriana. En ella se narran las distintas peripecias vividas por Mr. Pickwick y sus amigos. En total, un gran fresco caricaturesco y una vivaz recreación del ambiente de ese tiempo.

 

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  1. Síndrome de Dorian Gray. En el libro, el joven Dorian vendió su alma al diablo a cambio de no envejecer jamás. Aunque el síndrome no se ha llegado a aceptar como tal, sí que se admite como trastorno caracterizado por la obsesión hacia los supuestos defectos físicos y el envejecimiento.

El retrato de Dorian Gray  Oscar Wilde. Cuando se publicó El retrato de Dorian Gray, la crítica moralizante no dejó de acusar a su protagonista de ser una figura satánica, corrompida y corruptora, sin comprender que era el héroe de una novela que reflejaba la fatalidad de los románticos. Oscar Wilde (1854-1900) había querido hacer de la belleza un refinamiento de la inteligencia, y para ello sumió a su protagonista, Dorian Gray, en una atmósfera de perversión dominada por el arte y los poderes de un misterio que está más allá de la realidad: gracias a los dioses, el culto a la belleza puede trasladar las huellas del paso del tiempo a un cuadro, mientras el rostro de Dorian Gray permanece inalterado e inalterable.

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  1. Síndrome de Munchausen. El personaje está inspirado en una persona real que fue oficial de caballería de origen alemán con gran capacidad de invención. Las personas que padecen este síndrome se autolesionan para convencer al resto que están enfermas y así conseguir su atención.

Las sorprendentes aventuras del  barón Munchausen, Rudolf Erich Raspe.  El barón de Münchausen existió, por increíble que resulte leyendo sus aventuras. Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, descendiente de una de las más antiguas familias de la nobleza de la Baja Sajonia, relataba las suyas a amigos y allegados, en tertulia a la luz del hogar y en el calor de un buen vino, a mediados del siglo XVIII. Rudolf Erich Raspe ha creado un personaje radicalmente opuesto al racionalismo imperante en la época. El barón lleva la lógica del absurdo al extremo y no teme nada. Sus afirmaciones científicas, expuestas con la mayor seriedad, sirven para hacer probable lo imposible. Desde la primera aventura, uno se deja llevar por el candor y la ingenua naturalidad de este personaje, cuya exótica extravagancia ha retratado magistralmente Javier Zabala.

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  1. Síndrome de Cenicienta. La célebre heroína del cuento de hadas que consiguió casarse con el príncipe a pesar de que su madrastra y sus hermanastras le hacían la vida imposible da nombre a un curioso trastorno que afecta sobre todo a los niños que inventan maltratos por parte de sus padres adoptivos.

La Cenicienta, Charles Perrault y Jacob y Wilhem Grimm. Cenicienta suele identificarse con la heroína de vida trágica que espera el amor de un príncipe y con la idea moral de que el bien siempre triunfa sobre el mal. Se trata de un personaje cuyos orígenes se remontan a la antigüedad clásica y que presenta cierta simbología que podemos encontrar en arquetipos femeninos de autores tan importantes como Novalis, Tieck o E.T.A. Hoffmann. Este volumen recoge las dos versiones más importantes de esta historia de tradición oral: la de Charles Perrault, escrita en 1697, y la de los hermanos Grimm, del año 1812. Ambos cuentos, aunque en esencia narran la misma historia, tienen detalles muy diferentes, lo que no es extraño ya que cada uno de ellos está influenciado por su contexto histórico.

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  1. Síndrome de la Bella Durmiente o de Kleine-Levin. Se conoce también como hipersomnia y si en el célebre cuento que los hermanos Grimm recopilaron la protagonista se pasó cien años dormida, en la vida real quien la padece llega a dormir hasta un mínimo de dieciocho horas. Se conoce un caso de una joven llamada de Pennsylvania llamada Nicole Delien y que sufrió esta alteración neurológica tras la cual se pasó diecisiete años  dormida, en una ocasión durmió hasta 64 días seguidos.

La bella durmiente, Charles Perrault. Érase una vez un rey y una reina que hacía muchos años que se habían casado y no tenían hijos. Pero cuando ya lo habían probado todo y ya no esperaban nada, un buen día la reina se dio cuenta de que estaba embarazada…

La bella durmiente y otros cuentos, Jacob y Wilhem Grimm. «Nadie puede hoy dudar de las cualidades literarias de los cuentos recogidos y reescritos por los Grimm. De no ser así, sería suficiente con reparar en algunos de ellos, como La Bella Durmiente, Blancanieves, El ahijado de la muerte, Los seis cisnes, El enebro (todo el cuento, pero especialmente magistral en la descripción del paso de los meses de embarazo de la madre del niño) y muchos más. Aun con la sencilla estructura que los sostiene, la simpleza de los personajes y la economía (casi ausencia) de descripciones, estamos ante obras de indiscutible belleza literaria». Xabier P. DoCampo.

 

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  1. Síndrome de don Quijote de la Mancha. Este síndrome realmente no está considerado como tal, pero sí que se suele referirse a personas que creen firmemente en  las causas perdidas y son capaces de arriesgarlo todo para ayudar al prójimo.

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes. «Don Quijote de la Mancha» es considerado por muchos críticos como el mejor texto literario jamás escrito. Supuso un hito indiscutible en la historia de la literatura, y es el libro más traducido después de la Biblia. Sus personajes han pasado a formar parte de la cultura popular, y representan aspectos sociales y psicológicos que hoy día siguen vigentes, al igual que el estilo literario de Cervantes, que tampoco ha envejecido desde la publicación de esta obra, hace más de cuatro siglos. La primera parte se publicó en 1605, y tal fue su éxito que ese mismo año se reimprimió varias veces y fue traducida al francés y al inglés.
Esta edición, que conmemora el IV centenario de la publicación de la segunda parte, en 1615, cuenta con introducción y notas de Ángel Basanta, y está ilustrada por José Ramón Sánchez, Premio Nacional de Ilustración 2014.

  1. El síndrome de Stendhal. En este caso se trata de un síndrome literario que no pertenece a un personaje de ficción sino a un escritor. El síndrome Stendhal se llama así en honor al literato frances Stendhal que sufrió una serie de mareos, vértigo y nerviosismo al no ser capaz de soportar tanta belleza artística cuando viajaba por Italia.

Roma, Nápoles y Florencia, Stendhal. Los libros de viajes por Italia tenían ya una larga tradición europea cuando Stendhal publicó, en 1817, la primera versión de la obra que tiene el lector entre las manos. Como no podía ser menos conociendo al personaje, Beyle se distancia abiertamente de lo que podría considerarse la típica guía para turistas o lectores en casa, y compone una obra que, nos dice, es más que nada una colección de sensaciones; no son tanto las ruinas o los monumentos célebres lo que le interesa cuanto todo aquello -costumbres, sucesos, formas de hablar- que aporte algo al conocimiento del corazón humano. Por lo demás, el supuesto viaje por Italia es completamente ficticio: ni las fechas se corresponden por lo general con la biografía conocida de Beyle (en los primeros renglones, fechados en setiembre de 1816, afirma tener veintiséis años y trabajar en Berlín, cuando en realidad tenía treinta y tres y estaba en Italia), ni siquiera parece que haya conocido realmente alguno de los lugares que menciona. Pero todo ello es coherente con la naturaleza del libro, pues antes que nada se trata para Stendhal de un viaje al pasado, un pasado que es tanto la gloriosa Edad Media italiana que admira intensamente, como su propio pasado de juventud en Italia, en la época de las guerras napoleónicas; un viaje, en suma, en busca de una felicidad perdida y que sólo podrá recuperar escribiendo, inventando. De ahí que la ficción entre a raudales en el libro, ya sea en forma de anécdotas (que para Stendhal siempre reflejan el carácter de un pueblo o de una persona mejor que las generalizaciones abstractas) o sobre todo en forma de breves historias de amor apasionado, supuestamente escuchadas de labios de sus interlocutores italianos, y en las que el lector discreto verá el anuncio de algunas obras posteriores del autor, especialmente las Crónicas italianas y la Cartuja de Parma.

Y para terminar tres síndromes literarios más que pertenecen a personajes míticos de la historia de la humanidad.

  1. El síndrome de (el cerebro de) Narciso es un trastorno de la personalidad donde una persona siente una admiración exagerada hacia sí misma respecto a su físico, su personalidad, conocimiento y otras capacidades que posee.

Las metamorfosis de Ovidio, Laurence Gillot. El bello Adonis se transforma en Anémona, la hábil Aracne, en Araña, Acteón, el cazador, es transformado en ciervo, Atalanta, en leona, Dafné se convierte en laurel, Calisto, en oso, antes de convertirse en la Osa Mayor… Son catorce de las Metamorfosis, transcritas con fidelidad, pero libremente. Una sugerente invitación a adentrarnos en el universo fantástico de Ovidio.

 

  1. El complejo de Edipo. La tragedia griega cuenta que Edipo mató a su padre y se casó a su madre sin saberlo, en psiquiatría se conoce como un trastorno caracterizado por una obsesión hacia la madre y el odio y el rechazo por el padre.

Edipo rey, Sófocles. Considerada por Aristóteles en su Poética como la más perfecta de las tragedias griegas en muchos de sus aspectos, Edipo rey es un drama de revelación que propone la búsqueda de los que se esconde tras las apariencias, la indagación en la esencia de lo que uno es. Contiene la esencia de tragedia clásica y su peso literario a lo largo de los siglos carece de parangón, como tema eterno propuesto a la reflexión teatral.

 

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  1. El complejo de Electra. Electra da nombre a la atracción afectiva que siente una niña por su padre en detrimento de la madre.

Electra, Sófocles. Los hermanos Electra y Orestes, hijos de Agamenón, vengan la muerte de éste en su propia madre Clitemnestra. La movilidad y la variedad de los acontecimientos producen una serie de reacciones en Electra que perfilan su dolorosa personalidad. La obra de Sófocles se ha convertido con el curso del tiempo en el paradigma de la tragedia griega, y sobre ella descansa en gran medida nuestra comprensión de este género y de sus implicaciones filosóficas y religiosas. Su estilo es una mezcla prodigiosa de naturalidad y dignidad literaria, un registro, aparentemente sencillo, que parece dar siempre con la nota justa.

Valencia, 11 ene. (Àngels S. Amorós, Quelibroleo)

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5 opiniones en “Síndromes Literarios. 19 personajes de ficción en el diván”

  1. Cómo así, ¡Electra no es hermana de Edipo!

    Si se refieren a que su síndrome es ‘hermana’ del síndrome de Edipo, no estaría tan en desacuerdo, pero es equivocado decir que fue hermana de Edipo así no más.

      1. Edipo pertenece a la familia de los Labdácidas. Electra, pertenece a la familia de los Atreos, hija de Agamenón y de Clitmnestra, en segundo matrimonio y hermana de Orestes. La Orestíada es la trilogía clásica dedicada al hermano de Electra. Edipo y Electra no son hermanos

      2. Edipo es el asesino que busca. Layo era su padre. Y su esposa: Yocasta, es al mismo tiempo, su madre. Yocasta se suicida y Edipo, tras cegarse a sí mismo, pide a su cuñado Creonte que le deje partir al destierro y se quede con sus dos hijas, ya que sus dos hijos son hombres y sabrán cómo actuar.

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