Fallece Ana María Matute, la gran dama de las letras españolas

Fallece Ana María Matute, la gran dama de las letras españolasLa escritora Ana María Matute, la gran dama de las letras españolas, falleció ayer en el Hospital de Barcelona, un mes antes de cumplir los 89 años, tras haber sufrido el 14 de junio una crisis cardiorrespiratoria, y con una última novela casi terminada, «Demonios familiares».

Ana María Matute no se jubiló de la literatura y ha muerto en activo; escribiendo, que era lo que mejor sabía hacer y a lo que se dedicó toda su vida.

Una mujer es la protagonista de la que será su última y póstuma novela: «Demonios familiares», una historia de «amor y culpabilidad, de traiciones y amistad», que se publicará en septiembre.

Ubicada en una pequeña ciudad interior española en el año 1936, la editorial explica que es una narración «al más puro estilo de la autora» y que la escritora dejo «casi terminada».

La capilla ardiente de Ana María Matute quedará abierta hoy jueves a partir de las 15.00 horas en el tanatorio de Les Corts de Barcelona. El viernes se celebrará una ceremonia religiosa y posteriormente los restos mortales de la escritora serán incinerados.

Su desaparición ha provocado la reacción de numerosas personalidades del ámbito de la cultura y de la política.

El escritor Luis Mateo Díez ha dicho que ha sido una «pionera de la modernidad» que creó un «mundo de fantasía muy particular» en sus cuentos.

La agente literaria Carme Balcells ha dicho que «Matute será inmortal como Gabriel García Márquez».

Para el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch, la pérdida de Ana María Matute «deja un gran vacío en las letras españolas y en el corazón de sus lectores».

Las escritora Soledad Puértolas ha asegurado que «nadie tiene la mirada mágica de Ana María Matute», mientras que el novelista Enrique Vila-Matas ha dicho que «vivía un genio entre nosotros y muchos no se enteraron»

Su editor, Emili Rosales, ha indicado que la Ana María Matute era la autora de «una literatura de los sentimientos, del dolor y los ensueños, con un estilo penetrante y poético».

Nacida el 26 de julio de 1925, hija de madre rioja y padre catalán, contaba en su haber con los Premios Cervantes y Nacional de las Letras, había ganado el Planeta y el Nadal, y escribió obras tan recordadas como «Los hijos muertos» y «Olvidado Rey Gudú».

La bandera de la Real Academia Española (RAE) ondea a media asta en memoria de la barcelonesa, que desde 1998 ocupaba la silla «K» de la institución, y la próxima sesión ordinaria del pleno, mañana, se suspenderá en señal de duelo, como es tradición académica.

A los diecisiete años escribió su primera novela, «Pequeño teatro», que no publicó hasta once años después y con la que obtuvo el Premio Planeta en 1954, aunque en 1947 fue finalista del Nadal con «Los Abel».

Su carrera como escritora se iba consolidando -también obtuvo el Premio Café Gijón por «Fiesta al noroeste» en 1952- y después fue reconocida con los Premios Nacional de Literatura Miguel de Cervantes y de la Crítica por «Los hijos muertos», en 1959, el mismo año que consiguió el Nadal con «Primera memoria».

Casada en el año 1952 con el escritor Eugenio de Goicoechea, tuvo con él a su único hijo Juan Pablo, pero al separarse en el año 1963, en un momento en el que el divorcio era impensable, vio como la custodia del niño se entregaba a su exmarido.

Época marcada por los problemas familiares, durante dos años la escritora sólo pudo ver a su hijo los sábados y consiguió recuperar la custodia del niño cuando éste contaba con 10 años.

En 1965 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil Lazarillo por «El polizón de Ulises» y, en 1969, el Fastenrath de la Academia de la Lengua con «Los soldados lloran de noche».

En la década de los ochenta fue distinguida con el Premio Nacional de Literatura Infantil por «Sólo un pie descalzo» (1984), y llegó un largo periodo de silencio motivado por una depresión.

Nueve años más tarde publicó la versión original completa de «Luciérnagas» (1993), una de sus primeras novelas, con la que fue finalista del Nadal en 1949 y que había publicado con otro título -«En esta tierra»- e incompleta en 1955, debido a la censura.

Otros títulos suyos fueron «Algunos muchachos» (1964); «La torre vigía» (1971); «El Río» (1973), y en 1996 «Olvidado Rey Gudú».

Ingresó en la RAE con un discurso «En el bosque», el más cuentista e imaginativo de la historia de la institución, todo un elogio a la invención y a la creación.

Y en 2010 recibió el galardón culminante de su carrera, el Premio Cervantes de las letras por una obra «extensa y fecunda que se mueve entre el realismo y la proyección a lo fantástico y por poseer un mundo y un lenguaje propios».

Barcelona/Madrid, 25 jun (EFE)

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