50 años sin Ramón Gómez de la Serna

50 años sin Ramón Gómez de la Serna

«El cisne mete la cabeza debajo del agua para ver si hay ladrones». Esta es una de las cientos de greguerías, ese dardo poético y satírico que creó Ramón Gómez de la Serna, el impulsor de la modernidad y las vanguardias que murió en enero de 1963, en Buenos Aires.

La fecha exacta de su muerte ronda la frontera entre el 12 y el 13 de enero, ya que falleció de madrugada tras una larga agonía, en compañía de su mujer, su inseparable Luisa Sofovich.

Después, sus restos mortales llegaron a Madrid el 23 de enero del mismo año y fue enterrado en el pabellón de hombres ilustres de la Sacramental de San Justo, donde también descansan los restos de Marino José de Larra, José Espronceda o Manuel Bretón de los Herros.

El inventor de las greguerías, simplemente «Ramón», como se le conocía en España y fuera de ella en los años veinte y treinta del siglo XX, nació en Madrid el 3 de julio de 1888 en una familia acomodada y culta.

Su padre fundó la revista «Prometeo», donde el escritor empezó a publicar sus experimentos literarios y hacerse eco de las vanguardias europeas, antes y después de su primer viaje a París.

Fundó en 1915 de la tertulia del café Pombo, en la calle Carretas cerca de la céntrica puerta del Sol de Madrid, donde acudían Guillermo de la Torre, José Bergamín o Federico García Lorca, y publicó su primera proclama del Pombo y «El Rastro; y es que Gómez de la Serna hizo de Madrid su material literario.

La ciudad que dejó al comienzo de la Guerra Civil, en 1936, para marcharse a Buenos Aires, donde se caso con la argentina Luisa Sofovich y donde sufrió muchas penurias económicas.

Pero antes pasó por otras ciudades como Estoril y París, donde frecuentó los «ismos», en especial a los dadaístas, y provocó la admiración de grandes como Pablo Ruiz Picasso, Amedeo Modigliani, Max Jacob, o Gertrudes Stein.

Novelas como «La viuda blanca y negra», «La Nardo» (dedicada a Madrid), «La mujer de ámbar», «Senos» (libro antecesor y paradigmático de la literatura erótica) , «Cinelandia», «Circo», sus retratos biográficos de Goya, Azorín, Valle Inclán, Óscar Wilde, o el Greco, entre otros muchos, son algunos de los títulos más emblemáticos del autor de las greguerías.

Porque las greguerías, ese juego con el lenguaje que inventó Ramón en 1910, esas metáforas visuales, pintadas con humor y, en la mayoría de las veces con el absurdo y con un elemento de sorpresa para el lector, no fueron el único género que cultivo Ramón, ya que hizo ensayo, teatro, relatos, novela corta, larga y la citadas biografías.

Gómez de la Serna escribió greguerías hasta el último día de su vida. En 2009 salieron a la luz 400 inéditas descubiertas por la hispanista Laurie-Anne Laget, que las halló entre las 65 cajas llenas de manuscritos, apuntes, fichas y libros en la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), que fueron depositadas por la viuda del escritor en 1970.

Y todas ellas escritas por Gómez de la Serna en los últimos años de su vida, entere los años 58 y 61. «Las palabras son el esqueleto de las cosas por eso duran más que ellas». «El nenúfar es una flor que se escapó de los árboles para navegar en las aguas» o «Los pulpos son los guantes del mar», son algunas de las perlas que se hallaban en este último recuento de las obras del escritor.

Hoy, cincuenta años después de su muerte, Gómez de la Serna, que influyó en la generación del 27 y en todos los modernos, hasta en muchos autores de la movida madrileña, como los editores de la revista «El canto de la Tripulación», que hicieron del escritor su referencia, sigue siendo un faro y un laboratorio para la creación.

Madrid, 13 ene (Carmen Sigüenza / EFE)

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