El poemario Los hijos de los hijos de la ira, de Ben Clark fue premiado -ex aequo con Urbi et orbi, de David Leo García - con el Hiperión, que ha cumplido su vigésima primera convocatoria. Desde posiciones estéticas diferentes, y con una alta calidad de escritura en ambos casos, coinciden en expresar el desasosiego de una generación emergente en la actual poesía española. Los hijos de los hijos de la ira registra en el título una marca generacional, aunque la presencia de valores supuestamente juveniles no basta por sí sola para nutrir una poesía actual, ni explica la singularidad de ésta, que echa a andar como si se tratara de un relato cosmogónico. El excipiente rítmico de la poesía de Clark es de base clásica, pero su discurso no está escayolado, gracias a las quiebras métricas que alivian la rigidez y a su poderoso componente imaginativo, que en la sección primera combina la retrospección rememorativa con la mirada extrañada al entorno, en la segunda se deja llevar por las incitaciones sin argumento de la música y en la tercera se pone al servicio de una construcción amorosa.