Este breve texto de apenas 40 páginas fue publicado en 1537, fecha que hay que tener presente a la hora de leerlo, ya que cualquiera que piense tener entre sus manos un tratado riguroso o medianamente científico (tal como hoy en día entendemos la palabra) va a quedar ampliamente decepcionado. Sin embargo puede resultar una lectura curiosa, desde el punto de vista de estos temas, siempre presentes en la mente del hombre desde los primeros registros pictóricos o escritos. En este libro el autor nos hace una categorización de estos entes en base a los cuatro elementos de la naturaleza (aire, tierra, agua y fuego). A parte de una descripción de sus características típicas, pese a que reconoce que nunca ha llegado a toparse con ninguna de estas criaturas. También añade curiosidades de tipo reproductivo, social o la explicación acerca de su carencia de alma. Todo ello fundamentado en el rigor de ser un hombre piadoso y fiel devoto de Dios, como garantía de veracidad absoluta. Tal y como era habitual en la época. Otro punto de atención son sus opiniones acerca de las mujeres y sus ‘carencias’, habituales también en su tiempo pero que quizás pueden resultar hirientes al lector moderno y poco acostumbrado a libros antiguos. Poco más se puede añadir de este pequeño texto, salvo lo mencionado anteriormente, que puede resultar una lectura curiosa a aquellos que les atraigan los temas esotéricos o cómo eran tratados en otros períodos de la historia.
hace 10 años