Laboratorios siempre en penumbra, matraces en los que hierven líquidos glaucos, vapores opalinos que dispersan la tenue luminosidad que proviene de los hornos, alquimistas dentro de un territorio de fantasía y magia. En el lenguaje cotidiano, alquimia es sinónimo de operaciones complejas que producen efectos maravillosos, inalcanzables mediante procedimientos convencionales. Son comunes en la cultura popular las referencias a “la magia de la alquimia”, pero también su identificación con cualquier práctica de transformación de la materia anterior al establecimiento de la química como disciplina académica en el siglo XVIII, una protoquímica con infinidad de beneficios prácticos.