Un día Fran sueña con su abuela, que le pide que regrese a la "Casa del árbol", y siguiendo ese extraño sueño nuestro protagonista vuelve al lugar donde pasara los veranos de su infancia y adolescencia, la casa de sus abuelos. Allí, intercalando presente con pasado, Fran recuerda el que fue el último verano de su adolescencia y también la última vez que estuvo allí. El reencuentro con la familia, vecinos, excursiones, salidas en bici, la premonición de una muerte, hasta la búsqueda de un misterioso tesoro de una reina mora hacen revivir en él sensaciones que parecían olvidadas. Con una prosa bien escrita y unos personajes vivos y totalmente creíbles, la historia envuelve y atrapa totalmente la atención del lector y hace que no pueda soltar el libro hasta terminarlo. Aventura, amor y hasta sorpresa final tienen cabida en este relato que tiene algo de mágico, porque ¿quién no ha sentido alguna vez nostalgia de algún verano entrañable de hace años? Creo que encantará a jóvenes y no tan jóvenes. (Esther Rodríguez)
hace 12 años