¿Cambió algo en mí desde que empecé a escribir en El Boomeran(g)? Quiero decir: estoy un año más viejo y más pobre, pero más allá de los procesos irreversibles, ¿cambió algo verdadero en mí? El Boomeran(g) me ha ofrecido una herramienta invalorable, parecida a la que encendía el alma de Homero cuando recitaba en público, un Teatro del Globo virtual, un contacto similar al que Dickens experimentaba cada vez que convocaba a sus lectores para leer -¡y actuar!- sus textos. Desde que El Boomeran(g) zarpó, convivo a diario con una serie de personajes que, lo sepan o no, modifican mi vida. Gente como Serpiente Suya, y Enea, y Olga Trevijano, y Mayté/Palas y tantos otros, a quienes no conozco en persona pero con quienes converso más frecuentemente que con mis amigos de carne y hueso, leyendo los posts que cuelgan de mis textos. En algún sentido no existen, no sé cuáles son sus nombres verdaderos, ni dónde están, ni podría reconocerlos de cruzármelos en la calle. Pero para mí tienen entidad verdadera: son la gente que descubrí al iniciar esta aventura.