Es jueves y don Iñigo detiene su caballo ante nuestro convento, trepa los muros de calicanto, recorre el claustro a grandes zancadas y se introduce en la celda de una de las novicias. La abadesa Violante es alertada, siente removérsele el corazón pero acude a la celda con mucho aplomo para esperar ante la puerta. Media hora después sale el marqués masticando pelos, abotonándose el cuello de la camisa. Durante unos instantes, la abadesa posa su mirada en él. Luego lo engancha por el brazo, le acompaña hasta la salida con su mejor sonrisa, así es que..., volvemos a verle por aquí, don Iñigo, así es, abadesita, pues vaya con Dios, con Dios iré. A través de la perversa (y, a la vez, inocente) mirada de unas monjas que juegan a no ser monjas, construye Cristina Sánchez-Andrade este original relato en el que la estrecha vida conventual contrasta con los excesos de la vida palaciega. Una novela poco (o nada) convencional, escrita con una prosa sensual y lírica, en la que la soledad, el desamparo del hombre, la dura tarea de ser, la libertad y la búsqueda de la identidad personal aparecen como telón de fondo. Premio Sor Juana Inés de la Cruz.