James Keeling, duque de Gysforth, ha hecho una apuesta con sus amigos, en Brookss: dará un paseo matinal en barca por el Támesis con una dama totalmente desconocida, alguien a quien no haya visto jamás, y con la que no haya hablado nunca. Algo que parece imposible de cumplir hasta que, durante una partida de cartas, coincide con un muchacho consumido por el ansia del juego, el nuevo y flamante conde de Saxonshare. Lady Bethany Howland, hija del antiguo conde de Saxonshare, sabe que está abocada a la ruina más completa. Su primo y tutor está dilapidando la fortuna familiar con su enfermiza afición al juego y la mala vida, y ella no tiene modo de impedirlo. Atrapada por los convencionalismos de la sociedad en la que vive, su única ilusión es el romántico enamoramiento que siente por el duque de Gysforth, al que solo ha visto de lejos.