Resumen

“En su libro Poesía de paso (Premio Casa de las Américas 1966, Cuba), Enrique Lihn se instaló a mirar los ‘extremos de lo real’. Se trata de un gran cuaderno de prodigios en donde las líneas y las entrelíneas dialogan. Sílabas, íconos, figuras geométricas, recelos y desamores se ponen las máscaras que imaginó en la pintura James Ensor. Todo está en los extramuros de la memoria, como un gran teatro de títeres en donde la muerte mueve sus hilos. Fue, en su momento, la otra cara del ‘Swinging London’, del budismo zen. Recuerdo muy bien la epopeya troyana degradada que Lihn puso en forma en “La derrota”. Un conciliábulo de la inmediatez política. Es algo así como el contrapunto con la pintura de Ensor, ‘La entrada de Cristo en Bruselas’. Cada poema se enlaza con otro, su doble, animado, en el punto de fuga, el poder de la mortalidad.”