Lo primero que les quiero comentar de “Pista negras” de Antonio Manzini es que el protagonista de la novela, el Sub Jefe de Policía Rocco Schiavone, es un personajazo hay que hay que seguir.
La acción ocurre en un pequeño pueblo turístico en el Valle de Aosta, en los Alpes Italianos, al borde de la frontera italo-franco-suiza, conocido por sus montañas nevadas, sus pistas de esquí y la renta per cápita más alta de Italia, donde todos los nativos son familiares en algún grado, y es en ese escenario cuando una noche aparece un cadáver aplastado por una maquina pisa nieves, en medio de las montañas, alejado de las pistas de esquí de las zona, en una paraje poco transitado.
El conductor de la maquina insiste en que no vio el cuerpo, a pesar de que su equipo cuenta con una serie de focos muy potentes, y queda desolado cuando descubre el cadáver despedazado sin explicarse lo ocurrido.
Las primeras hipótesis apuntarán a que el muerto ya estaba muerto, y que por eso no se apartó de la trayectoria de la máquina y que ese es el motivo de que el conductor no le viese.
Schiavone, que está desterrado desde Roma en el Valle, castigado por un incidente con el hijo de un político importante, asume la investigación, complicada por su desconocimiento sobre los usos y costumbres de los lugareños, a los cuales escandaliza por sus modales y su carácter, y así, en cuestión de unos días y a través de entrevistas, mucho trabajo científico y forense y deducciones acertadas, resuelve el asesinato y se cuelga una medalla más en su carrera policiaca.
Lo mejor de la novela lo es definitivamente Rocco Schiavone, un policía violento, sarcástico, grosero, infiel irredento, cínico, mamón, con mucha mala leche, pero con un gran talento como investigador.
“Pista Negra” es otra novela negra muy recomendable para los amantes del género. Hay situaciones poco creíbles -la escena en el velorio, por ejemplo-, y, aunque tarda en engancharte lo logra.
hace 4 años
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