Es una novela ácida, un poco surrealista, un poco punk, un poco criminal, un poco hard pulp. Narra a tres voces las historias de tres personajes que habitan distintas versiones paralelas de Bogotá en un mismo tiempo, y en ninguno. Una Bogotá con mar, una Bogotá con pena de muerte legal, una Bogotá dónde un gato llamado Pink Tomate se deja poseer por Amarilla. Tiene ritmo, parece vibrar con musicalidad propia como si tuviera banda sonora, y tiene una tristeza que recuerda a las novelas de Andrés de Caicedo muy de los 70, pero también un color que solo pueden tener las opiáceas nubes de un Madiedo muy de los 90. Es una novela atípica, requiere apertura mental y un oído musical un poco blues, un poco hard punk, un poco grunge. No es para todos, pero vale la pena. Es como un blues duro, triste y profundo, que algunos van a considerar arte y otros mera banalidad, porque no todo arte a todos llega, ni hay arte que guste a todos por igual.
hace 1 año