Chela Stradolini revisa un baúl de papeles y fotos, recuerdos de un exilio que dan cuenta de su biografía. Ella, que nunca fue nada de nadie, ni siquiera consigue emocionarse al enfrentarse a la muerte del que fue su gran amor, una historia imposible, como casi todas las relaciones que ha tenido a lo largo de su vida. La revisión de esos objetos la lleva a su infancia de niña rica, superdotada, demasiado flaca, y demasiado morena para el gusto aburguesado de la época. La adolescencia en un internado, el descubrimiento de la literatura, las escapadas a Chile, París y Roma. La excentricidad de las familias adineradas en la Europa de entreguerras. Y un viaje a Sicilia, a la finca de los Caserta, en busca de un linaje, y al encuentro de su tía abuela, con quien vivirá por fin un romance apasionado. Todo eso es Chela, y también noches de somníferos y tranquilizantes; elixires para apaciguar el dolor. De fondo, los últimos intentos de una oligarquía decadente por mantenerse en pie.