Marta selló su destino en el tren que la condujo de Madrid a Tarpeya. Era consciente de que aquel viaje señalaría un cambio en su vida, pero desde luego no podía imaginar entonces el extraño rumbo que iba a tomar de ahí en adelante. Porque fue en el mismo tren donde vio por primera vez a aquel extraño individuo cuyos rasgos parecían cincelados en piedra. El Hombre Gris.