Muchos libros aconsejan a los padres sobre cómo dormir o criar a sus hijos. Otros tantos sugieren fórmulas para vivir en pareja y sortear con habilidad los variados conflictos de la vida cotidiana. Éste no. En "Me gustaba más cuando era hijo (confesiones de un padre)", el autor declara su total incompetencia para lidiar con los asuntos antedichos, y propone compartir amablemente su insolvencia. La paternidad, el matrimonio, los avances tecnológicos y el inclemente efecto del tiempo son tratados en este libro a partir de la humilde convicción de que los problemas cotidianos irresolubles no admiten más respuesta que el humor. Más vale una sonrisa desencantada que una maravillosa respuesta falsa. Utilizando el salvoconducto de comenzar por reírse de sí mismo, Birmajer propone reírse a la vez de la epopeya de las mujeres y los hombres del siglo XXI que intentan sobrevivir a la vida contemporánea. Aunque el libro es un largo alegato satírico sobre la falta de respuestas a las grandes preguntas, no es el salmo de un pesimista malicioso, pues alardear de desesperado también es una de las formas de la vanidad. Por el contrario, en la ironía y el desencanto el autor deja entrever, y también propone compartir, el discreto encanto de aceptar la vida tal cual es. Porque también las ganas de vivir son tan irremediables como los problemas que dificultan y enriquecen la existencia.