Los relatos que componen Luna llena y otros cuentos fueron escritos en la década de los cincuenta, después de la «histérica metamorfosis» que sufrió Japón a mediados del siglo pasado, y en ellos se observa esa irresoluble tensión entre el presente y el pasado, un pasado fascinante y a menudo impenetrable en su enigma, a medida que va siendo relegado al olvido. El primer relato, «Vida de un falsificador», narra la historia de un periodista cultural especializado en arte que se sumerge en una pesquisa que lo llevará hasta Hara Hōsen, un hombre indescifrable que, a pesar de tener cierto talento pictórico, dedicó buena parte de su vida a falsificar cuadros en lo que parece una claudicación de sí mismo. El segundo, «Obasute», se inspira en las múltiples transfiguraciones de una leyenda japonesa que relata una antigua práctica nipona que consistía en abandonar a los ancianos a su suerte en un monte desde donde se observaban los plenilunios más hermosos del país, y lo proyecta, creando un delicado contraste y hallando secretas afinidades, en los miembros de una familia japonesa de la posguerra. «Luna llena» nos cuenta la historia de un ejecutivo japonés durante la hipérbole que dibuja su carrera desde su ascenso hasta su inevitable caída, y todo el entramado de intereses y traiciones que empiedran por igual el camino del éxito y del fracaso. Las historias de Luna llena y otros cuentos son diferentes expresiones de nuestra continua confrontación con la renuncia, lo efímero y la muerte, plasmadas a través de la sutil y sabia pluma de uno de los más grandes escritores japoneses del siglo XX.