Leí este libro con demasiadas expectativas, lo tenía pendiente hace mucho tiempo por los buenos comentarios que había escuchado y cuando vi en cartelera la película, fui corriendo a comprarlo (en ese afán de leer el libro antes de ver la película).
La historia es bastante original y la autora logra crear un sistema político y social opresor al extremo, mezclado con el boom de los “realities”, que permite a los jóvenes lectores (mercado objetivo de esta novela) salir un rato de los vampiros y hombres lobo y cuestionarse temas con más contenido. Sin embargo, al menos la primera parte del libro defrauda. El estilo narrativo es pobre, tanto en diálogos, como en descripciones y personajes.
La novela está escrito en primera persona, y aunque hay autores que logran maravillas con este estilo, en la primera parte de “Los juegos del hambre” nos vemos limitados por la capacidad de la protagonista de analizar e indagar en las situaciones (sus pensamientos son recordados al lector más veces de lo necesario), con diálogos casi monosilábicos y con la imposibilidad de poder profundizar en otros personajes, que se advierte podrían ser bastante interesantes. En término de descripciones, me da la impresión que la autora apuesta a que el lector a leído o visto muchas películas pos apocalípticas, y que con unas cuantas pistas es suficiente (aunque, poniéndolo en contexto, sí es suficiente).
Donde la cosa mejora ostensiblemente es en la segunda parte, cuando comienzan los juegos propiamente tal. Como al inicio la protagonista se encuentra sola, luchando por sobrevivir, la primera persona ayuda a comprender su estado y el relato está suficientemente bien trabajado como para traspasar su angustia al lector así como la necesidad de seguir leyendo y saber qué va a pasar. A medida que avanzan los juegos y el inminente encuentro con los jugadores que van sobreviviendo, la lectura se vuelve cada vez más trepidante... imposible parar de leer.
Pero si hay que destacar algo, sin duda es el retrato implacable de cómo se manejan las emociones en el mundo de los “realities”, casi tan despiadado como los juegos mismos.
hace 12 años
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