La ciudad de la mentira, nos adentra en el Tetuán de mediados de 1939, una de esas ciudades de las que siempre que se escribe sobre ellas se hace con pasión, con un cariño profundo o un odio desinteresado. Quien visitaba, o creía estar de paso por la ciudad quedaba atrapado, la gran mayoría encontraba un motivo u ocupación para permanecer en ella. Tetuán fue zona internacional, uno de los pocos lugares seguros después de terminar la guerra civil española y ante la inminente Segunda Guerra Mundial, a ella llegaban huidos de otros países, en su mayoría republicanos que huían del régimen franquista y franceses que cruzaban fronteras ante la ocupación nazi en su país. Y también aventureros y gente que buscaba algo de paz e imparcialidad en esos años tan convulsos. En poco tiempo Tetuán se convirtió en un hervidero de espías, estrategas, oportunistas, una lucha constante por hacerse con el poder de ese punto tan jugoso como es el norte de África, desde donde se controlaba dos mares y dos continentes. Las embajadas alemana, española y norteamérica son las que cobrarán mayor importancia en toda la historia y el mayor protagonista será el secretario del consulado americano Stanley Mortimer quien demostrará ser un inmejorable estratega diplomático y mejor relaciones públicas dentro del Protectorado. Junto a Mortimer conoceremos a muchísimos personajes y sus pequeñas historias; la joven Joan Allison recién llegada de Boston que busca desconexión y vivir unas aventuras que intentará más tarde escribir. El sacerdote vasco Martín Ugarte, la francesa Madeleine Didier, el cónsul alemán Dieter Waisel, el cónsul español Santiago Ramírez de Arellano, el cónsul norteamericano Clifford Grant, el obispo Claudio Olmedo, el mulá, el sultán... Y una serie de habitantes de la ciudad de diversos rangos y creencias. La vida de todos ellos acabará ligada de alguna manera ante los hechos que se les vienen encima, mostrándonos así un gran mosaico de historias, luchas e incertidumbre. Lo mejor de la novela: La ambientación esos lugares que describe te hacen soñar con una época y lugar exótico. La extraordinaria convivencia entre gente tan dispar de culturas tan diferentes, tanto en el ámbito político como el religioso, una unión prodigiosa. E igualmente la labor de los consulados, en época de guerras, todas esas estrategias, esos movimientos de hilos en los despachos y que el pueblo no llegamos ni a intuir y menos saber. La ciudad de la mentira narra la lucha de poderes y territorios, de amores perdidos, de supervivencia, de fuerza y coraje e incluso de sumisión. Muy recomendable (Esther Recio, 26 de julio de 2016)
hace 8 años