Los más de trescientos poemas de este volumen –que incorpora un emotivo prólogo de su viuda, la escritora Tess Gallagher– están arraigados a la vida, a lo cotidiano, y demuestran que Carver no fue solo un narrador superdotado, sino también un poeta profundo y emocionante, que sabía explorar los instantes de felicidad o desolación, las flaquezas y la dignidad de los seres humanos, las escurridizas epifanías que asoman en las vidas más anodinas. Sus versos atrapan la intimidad sin pompa ni excesos retóricos, y muestran una empática capacidad de comprensión hacia sus semejantes que lo conecta con su amado Chéjov.