Joe Keller es un acomodado empresario sin aparentes remordimientos ni más fantasmas en su pasado que la desaparición de Larry, uno de sus dos hijos, durante la segunda guerra mundial. A su antiguo socio, sin embargo, las cosas le han ido peor. Durante un reencuentro de la familia Keller, el pasado, que todos creían una herida casi cicatrizada, vuelve a supurar, trastocando los sueños y esperanzas de unos y desgarrando los velos de mezquindades sobre los que otros habían construido su vida. TODOS ERAN MIS HIJOS, una de las primeras obras de MILLER, dirigida en su estreno por Elia Kazan y puesta en escena innumerables veces en todo el mundo, condensa ya los motivos sobre los que volvería el autor a lo largo de su carrera: las conflictivas relaciones entre padres e hijos, la responsabilidad social e individual y la necesidad de vivir según unos principios. Un drama que adquiere una asombrosa actualidad en estos tiempos en los que rige el «,sálvese quien pueda», y pocos son los dispuestos a asumir las consecuencias de sus actos.