Entre una libertad incierta y la rendición sin condiciones sólo existe una ciudad: Cádiz. Entre los amigos forzosos y los enemigos declarados sólo existe una opción: resistir a toda costa. Después del desastre de Trafalgar, los gaditanos miraron su mar con otros ojos. No era para menos: los ingleses hundieron buena parte de las flotas española y francesa, y el temporal dejó en las playas aún más muertos y heridos. Octubre de 1805 enmudeció la bahía, pero por el horizonte navegaba una pesadilla aún peor. Cinco años después Napoleón era el enemigo e Inglaterra una aliada tan inusual como indispensable; Cádiz, una ciudad sitiada, la única esperanza de Europa, la última esperanza de España. Pero ¿cuántos asedios puede resistir el alma? Para entonces Blanca de Malvar ya había perdido la cuenta, aunque se negaba a darse por vencida. Con o sin amor, estaba dispuesta a arriesgar su vida para que Cádiz resistiera: caería su corazón, pero no el rincón que la había visto crecer. Cádiz fue testigo del desastre de Trafalgar y de una tormenta posterior que multiplicó el número de pérdidas humanas. Sin apenas tiempo para recuperarse, sufrió un asedio de treinta meses, un cerco nunca visto, que sólo superaría el de Stalingrado. Padeció los desastres de la guerra, el azote de las epidemias y del hambre y la conmoción social de una capital improvisada llamada a la resistencia a ultranza. Pero en el Cádiz de la novela no sólo tienen cabida las consecuencias del conflicto. La tacita de plata también contempla los desvelos de Blanca de Malvar, dispuesta a empeñar su fortuna y su cuello por la causa de la libertad. En su guerra interna, ¿la noble sabrá identificar al enemigo?, ¿firmará la paz con el capitán Paddon o acabará vencida por quien se suponía un prometido indecente pero un amigo fiel? En «Sitiados» se dan cita el amor, la heroicidad de los gaditanos, el efecto demoledor de la contienda y las conspiraciones de unos y otros para rendir el último refugio de la libertad. Entre las heridas del corazón y las causadas por el enfrentamiento, la autora recrea con maestría el día a día de las gentes de a pie, los aspectos sanitarios (atender a los heridos de Trafalgar supuso un esfuerzo sobrehumano), las intrigas políticas y el devenir de un pueblo herido pero no derrotado.
hace 4 años