Un cazador compulsivo que acaba siendo secuestrado por bandidos curdos junto con su mujer y el amante de esta, un santo de piedra deseoso de hacer un milagro, el fantasma de un tacaño que persigue al amigo que le dejó dinero a deber o un hombre a quien condenan a muerte por asesinarse a sí mismo son algunos de los disparatados personajes que cruzan por las páginas de Reginald en Rusia. El elemento común a todos estos relatos es la comicidad –una comicidad que se tiñe frecuentemente con tintes macabro – y la capacidad para recrear las situaciones más divertidas y absurdas, sin olvidar ocasionales trazos de un desenfrenado lirismo.