A finales del siglo XIX un párroco de una pequeña aldea del Languedoc francés, zona de leyendas y herejías, de la noche a la mañana, se hizo enormemente rico, tanto que compró numerosas tierras, realizó construcciones fastuosas y comenzó a vivir como un marqués. ¿Cuál fue la fuente de su riqueza? ¿Fue la venta ilegal de mis as, como afirmaron sus superiores eclesiásticos? ¿Encontró un tesoro escondido, como afirman otros? Sea como fuere, la historia de aquel sacerdote y de aquel bello pueblo, Rennes-Le-Château, se convirtió en un mito moderno, en el que el protagonismo lo comparten, a partes iguales, los actores del drama y los escritores que lo investigaron. Además, la aldea se convirtió en el lugar preferido para los buscadores de tesoros, que durante años se dedicaron a excavar en el pueblo en busca de una riqueza que nunca encontraron. Por desgracia en esta historia hay más mentiras que verdades. Y todo gracias a un señor que desde la sombra manipuló la Historia e inventó una extraña trama que fue poco a poco haciendo pública. Un verdadero embaucador que reclamaba el trono de Francia al considerarse último heredero de aquella estirpe real de la Edad Media, los merovingios… aquellos que, según “El Código da Vinci”, de Dan Brown, se mezclaron con los descendientes de Cristo. Lo que convertía a esta éminence grise en descendiente de Jesús…