¿Cuántas veces no habremos oído —y dicho, llegado nuestro turno— «te castigaremos por tu propio bien»? Este libro denuncia precisamente los estragos de este tipo de educación —que se propone romper la voluntad del niño para convertirlo en un ser dócil y obediente— y demuestra cómo, fatalmente, el niño que ha sido pegado pegará a su vez, el que ha sido amenazado amenazará y el que ha sido humillado humillará; cómo, sobre todo, en el origen de la peor violencia, la que uno se inflige a sí mismo o la que se hace padecer al prójimo, se encuentra siempre el aniquilamiento del alma infantil.