En Palomar no hay teléfono ni falta que hace, porque es un pueblo tan pequeño que en él siempre pasa algo, ocurren cosas. Toda esa vida que palpita en la comunidad. Beto Hernandez retoma su gran novela secular para narrarnos con la maestría de siempre los primeros pasos de Tonantzin, la niñez de Gato, los días y las horas de Luba, Heraclio, Chelo, Vicente, Pipo, Fritz, Carmen... Los niños de Palomar, un asentamiento científico, ídolos, pájaros exóticos y extrañas apariciones conforman el latido de ese pueblo tan pequeño, a la vez tan grande infierno.