En este libro, Nouwen otorga una mirada personal y conmovedora a la mortalidad humana. En él describe sus experiencias sobre la vejez, la pérdida, la tristeza y el miedo, y revela con dulzura y elocuencia los dones que los vivos y los moribundos pueden darse los unos a los otros. La obra está estructurada en dos grandes bloques, que van acompañados de un prólogo, una introducción, una conclusión y un epílogo.