Cuando la realidad se erige en obstáculo insalvable para la consecución de nuestros deseos, el arte es casi el único refugio del espíritu atormentado, como si el contraste entre luz y sombra, sonido y silencio, palabra y mutismo reflejara mejor que cualquier otra expresión humana las fuerzas antónimas cuyo conflicto suele ser causa del desencanto y la infelicidad. En esta sorprendente y magistral novela —ganadora del Premio Whitbread y del Fémina Étranger, entre otros— Rose Tremain ha elegido la música como elemento restaurador de orden, belleza y armonía en unos seres zarandeados por las turbulentas corrientes de la Historia. Por medio de una serie de voces de matices exactos, donde los personajes secundarios cobran tanta importancia como los principales, Tremain sumerge al lector en la variopinta corte del erudito rey danés Cristián IV y su disoluta consorte Kirsten. La reina madre, inmersa en su muda soledad; el conde irlandés O’Fingal, que sueña con la melodía perfecta; el joven músico Peter Claire, virtuoso ejecutante de laúd; la joven Emilia, dama de compañía de la reina; y naturalmente, la lujuriosa Kirsten, que con su tenaz independencia es la supuesta raíz de todas las desgracias del rey, conviven en un ambiente tan refinado y suntuoso como apasionado y dramático, donde los agudos contrastes entre el bien y el mal, la violencia y la ternura, la música y el silencio marcan sus respectivos destinos. Como si de una inmensa obra polifónica se tratara, Tremain ha escrito una magnífica metáfora de la vida, con toda su fascinante y contradictoria complejidad.