Punto de encuentro privilegiado de los comerciantes que viajaban de Oriente a Occidente, Lucena, llamada por algunos "Perla de Sefarad" o "Ciudad de los poetas", despuntó económicamente entre los siglos X y XI. Dicha prosperidad se tradujo en un florecimiento cultural que hizo de la ciudad un foco cultural cuyo papel en la Europa del momento de equiparable al de Toledo, Zaragoza o la vecina Córdoba. Pérez Azaústre describe, con rigor y amenidad, su efímero esplendor, que sería aplastado por la invasión almohade de 1148.