Estos son los versos de un amor adolescente, tan tortuoso como los tallos y tan tóxico como las hojas de una hiedra. En ellos encontramos el ciclo vital de una mujer-planta, de cautivantes ojos verdes, en su trepar por sobre el poeta, dolorosa dependencia a la cual el vate se hace adicto.Son poemas entrañables, que nos traen a la memoria nuestro primer amor, con toda la sinfonía de sentimientos adheridos. De esos poemas cuyos versos quedan pegados a la memoria, vibran en nuestra bocas hasta que los dejamos caer, ya marchitos, en otros oídos.Este poeta enamorado guarda, sin embargo, un destello de introspección, desperdigado en laude iluminantes, cerrando poemas y abriendo miradas, como castigo de su insobornable lucidez.