Aunque la historia del ayuno voluntario puede remontarse a nuestros orígenes culturales más ancestrales, los artistas del hambre aparecieron hace relativamente poco tiempo, entre los siglos XIX y XX. Encerrados voluntariamente en los espacios elegidos y con las condiciones establecidas, los Hungerkünstler trajeron consigo una pregunta que los diferenció: ¿se puede hacer arte del hambre? ¿Y de otras experiencias extremas? Quizás fueron el eslabón perfecto entre los antiguos ascetas ayunadores y los contemporáneos artistas performativos. Eso sí, antiguos y modernos, mediante la acción radical realizada con sus propios cuerpos, provocaron siempre una mirada colectiva que, ya escrutadora, de asombro, de desprecio o de risa, sin duda, define la mentalidad de cada época. La sociedad que encumbró hace más de un siglo a los artistas del hambre puede que no sea tan diferente de la actual.
Compuesto de dos partes, un ensayo y una novela gráfica, este libro cuenta y reflexiona sobre la historia de los artistas del hambre. Su compleja y liviana trayectoria, entre lo vodevilesco y lo trascendental, exigía hacer un planteamiento documental previo y una plasmación gráfica que intenta dar respuestas, imaginando la voz interior de un artista del hambre, a sus motivaciones, su pasado, su presente ayunador, su futuro fuera de la celda de cristal, reintegrado –o no– al colectivo. El ficticio Adrian es solo un esbozo. Sus antecedentes se han romanceado en aleluyas. De ahí que se haya optado por cambios de estilo y técnica, por letra escrita a mano, por la realización artesanal y la nula ayuda digital.