Biz sabe cómo flotar, bien pegada a la superficie. Tiene amigos, a su madre, a los mellizos. Tiene a Grace. Y a su padre, que no debería estar aquí, pero está. Así que Biz no le dice nada a nadie sobre sus pensamientos oscuros, sobre besar a Grace o sobre echarle el ojo a Jasper, el chico nuevo. Y, por supuesto, nada sobre ver a su padre, que murió cuando ella tenía siete años.
Pero tras el incidente en la playa, los lazos que atan a Biz con la realidad se deshacen. Su mundo se desmorona cuando su padre desaparece. Igual sería más sencillo dejarse ir hasta flotar muy lejos. Tal vez sería preferible quedarse para traer a su padre de vuelta. O quizás hay una tercera opción, aunque Biz todavía sea incapaz de verla.